Carlos está jugando a un videojuego rodeado de amigos. Cuando está en la fase final, comete un error y pierde la partida sintiendo una gran frustración. Uno de sus amigos le hace una broma inocente al respecto y Carlos se enfada y deja la habitación dando un portazo. Aunque la broma no hubiera provocado una respuesta semejante en otra ocasión, Carlos ha transferido su excitación llevando a cabo una respuesta desproporcionada. Esto es lo que ocurre en muchos de nuestros comportamientos cotidianos que pueden parecer irracionales y que son explicados a través del paradigma de la transferencia de la excitación.
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A finales de los 60s, el psicólogo Dolf Zillmann de la Universidad de Alabama, propuso el paradigma de la de la transferencia por excitación, una teoría que continuó desarrollando durante las siguientes décadas. Este psicólogo, estudioso de las reacciones emocionales, se basó en la teoría de la reducción de impulso de Clarck Hull y en la teoría de los dos factores de la emoción de Stanley Schachter.
La primera propone que nuestros impulsos o necesidades biológicas son la base y la motivación de nuestras conductas, independientemente de la estimulación externa.
Por otra parte, la teoría de los dos factores de la emoción afirma que las emociones se producen tanto por la excitación fisiológica o arousal, como por la evaluación cognitiva de un acontecimiento, es decir: las personas sienten una activación física y evalúan esta excitación según los acontecimientos que le están sucediendo, etiquetando la emoción según estas dos observaciones.
Basándose en estas teorías y modificándolas a través de sus investigaciones, Zillmann trata de explicar cómo la excitación se transfiere de una situación a otra.
Esta teoría propone que la excitación que un evento determinado nos provoca, se transfiere a las respuestas que emitimos ante otros eventos posteriores con la misma intensidad. Es decir, según Zillmann, trasladamos la excitación que sentimos por eventos recientes a otros sucesos, aunque estos últimos quizás no hubieran provocado una excitación semejante. Aunque la resumimos de manera simple, esta es una amplia teoría que explica comportamientos que pasan desapercibidos constantemente en el día a día.
En palabras de Zillmann: "La excitación residual que deja prácticamente cualquier reacción emocional es capaz de intensificar cualquier otra reacción emocional posterior. El grado de intensificación depende, por supuesto, de la magnitud de los residuos que prevalecen en el momento”. El arousal residual, o activación general fisiológica y psicológica del organismo, se transmite de un contexto a otro provocando respuestas, a veces desproporcionadas.
Esta intensidad en la excitación puede conectar emociones diferentes. Esto quiere decir que una excitación en la que subyace una emoción de miedo, por ejemplo, puede dar lugar a una excitación semejante en la que existe una emoción de alivio posterior.
Una de estas investigaciones fue llevada a cabo en 1971 y se basaba en mostrar películas de diferente contenido a varios participantes. La películas podían ser de contenido erótico, violento o neutral. Previamente a esto, un cómplice molestaba al participante. Tras visualizar las películas, los participantes podían administrar descargas de diferente intensidad a la persona que les había molestado. Tal y como Zillmann esperaba, los participantes que habían visualizado contenidos violentos llevaron a cabo descargas más intensas que los que habían visualizado contenidos neutros y los que habían recibido contenidos eróticos, mucho más que los anteriores.
Para que se cumpla el proceso de transferencia por excitación deben darse tres condiciones específicas:
Esta teoría se ha llegado a aplicar en diferentes campos como la psicología o la psicofisiología, pero sin duda ha tenido un gran efecto en el área de la comunicación. En los años 70s, justo cuando comenzaba a desarrollarse el paradigma, existía una gran preocupación por los altos contenidos violentos que los medios audiovisuales difundían. El paradigma de transferencia de la excitación se utilizó para explicar los comportamientos de personas cuyas reacciones eran influenciadas por estos contenidos, a pesar de que en un principio esta influencia fuera negada debido a la ficción de los argumentos emitidos. El paradigma, por primera vez afirmaba que cualquier estímulo ya fuera ficticio o real, puede provocar una transferencia de excitación. Esto se ha utilizado en muchas investigaciones especialmente centradas en estudiar agresiones que han podido ser influenciadas por medios de comunicación y propagandísticos.
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