Todos los seres humanos podemos llegar a sentir miedo a la enfermedad y a la muerte en algún momento de nuestra vida; no hay nada de extraño en ello. Pero en algunas ocasiones, este miedo resulta tan elevado e incontrolable que puede llegar a convertirse en una fobia persistente. Hoy hablamos de un trastorno específico de ansiedad que afecta a muchas personas en su día. día: la nosofobia.
Contenido
La palabra nosofobia, se compone de los términos griegos “noso”, que se traduce como “enfermedad” y “phobia”, cuya traducción corresponde a “miedo”. Como su nombre indica, la nosofobia es el miedo extremo a contraer una enfermedad mortal. Este temor es irracional e incontrolable y deviene en un comportamiento de evitación de aquellas situaciones que podrían confirmar la existencia de la enfermedad, como la consulta médica.
Aunque todos podemos sentir cierto miedo o “respeto” ante las enfermedades, las personas nosofóbicas son incapaces de controlar este temor que les llega a paralizar y bloquear completamente, incapacitándoles para vivir una vida en total normalidad.
Entre algunas de las consecuencias, las personas que padecen nosofobia rehúyen a buscar una opinión médica por miedo a la confirmación de sus temores. Esto puede hacer que pasen largas temporadas sin acudir a profesionales de la salud, con los complicados resultados que esto puede conllevar.
Habitualmente, la nosofobia es ampliamente padecida por personas cuyas profesiones o estudios están vinculados a el campo de la salud. Esto parece ser debido a que el contacto cercano con las enfermedades puede haber provocado una reacción sensibilizada ante estas.
Al igual que el resto de las fobias, la nosofobia encuentra su causa en una combinación de diferentes factores externos e internos. Entre los factores externos pueden encontrarse diversas experiencias vividas que por sus características traumáticas pueden haber condicionado a una persona a tratar de evitar estímulos parecidos. En este caso, haber vivido una enfermedad o muerte cercana o estar relacionado con un contexto sanitario en el que se ven casos de enfermedades constantes puede haber condicionado a la persona.
Por otro lado, entre los factores internos pueden encontrarse ciertas características genéticas o biológicas que pueden hacer a algunas personas más propensas a padecer fobias.
Las personas que sufren nosofobia experimentan un excesivo temor a la enfermedad mortal, como el SIDA o el cáncer. Es por ello que cualquier síntoma percibido llega a asociarse con la enfermedad mortal temida. El temor es tal que estas personas suelen alejarse de las opiniones médicas para no enfrentarse a una confirmación.
Como en todas las fobias específicas, los síntomas pueden dividirse entre físicos, cognitivos y conductuales. Algunos de los síntomas físicos que aparecen ante los estímulos que provocan la fobia son:
Aunque los dos trastornos tienen un punto en común: el temor a la enfermedad, existen diferencias notables entre ellos. Por un lado, la persona hipocondríaca cree fehacientemente que padece una enfermedad y busca con descontrol una confirmación a sus sospechas. Es por ello que el paciente acude al médico consistentemente en búsqueda de una corroboración profesional y desconfía de diagnósticos negativos o que estén en contra de sus creencias. Las personas hipocondriacas muestran una gran rigidez mental y viven con la sombra de la hipotética enfermedad a diario.
Las personas nosofóbicas por el contrario, temen al posible contagio futuro de una enfermedad y evitan a toda costa acudir a una consulta o revisión médica por miedo a una confirmación de estas sospechas. Así, mientras la persona hipocondríaca acude frecuentemente a centros sanitarios, la persona nosofóbica puede pasar años sin revisarse. La persona nosofóbica además, evita informarse sobre las enfermedades y no suele vivir constantemente con ansiedad hasta que vuelve a recordar o pensar en el tema.
La nosofobia, al igual que el resto de fobias, tiene un tratamiento efectivo. Comúnmente se recomienda acudir a un profesional de la terapia cognitiva conductual para tratar esta afección y poder volver a llevar una vida normal. En este tipo de terapia psicológica de amplio reconocimiento, se ahonda en identificar aquellos pensamientos o creencias irracionales que mantienen la conducta nociva, para posteriormente reestructurar los esquemas normativos del paciente y sustituir las ideas por otras más racionales que consiguen extinguir la conducta. La relajación y meditación también son muy importantes a llevar a cabo en este tipo de trastornos, ya que mejoran considerablemente la calidad de vida del paciente. Si usted o algún conocido presenta signos que pueden indicar un padecimiento de este trastorno, no dude en consultar a un profesional de la salud psicológica.
Ainda sem comentários